Hoy, por si aun no lo sabes; te enterramos abuelo.
Quisiera contarte algo de mi mundo, porque soy arquitecta, de los que menciona el Salmo 126, respetando muchísimo tu convicción religiosa tengo que hacer la referencia del gran libro; pues de otro modo no entenderías que yo, en mi profesión, mido el espacio que ha de ser habitado y tomo en consideración los niveles de confort, bueno eso depende del presupuesto del cliente de hecho y también según el salmo en vano trabajamos nosotros si la divinidad no construye la casa.
No me he afanado muchas veces, esta carrera es una ilusión, un amor al arte, de esas cosas que a ti no te hubiesen gustado, no soy ingeniera, soy una teórica cualquiera y vivo de los sueños propios y ajenos, me gusta investigar y bailo ballet clásico. Hoy estudiando tu máquina para habitar descubrí dos cosas: la primera que Le Corbusier está equivocado y sus cinco puntos son obsoletos; pues no aplican en todos los casos y que una tumba es un espacio arquitectónico que no escapa de las condiciones Vitruvianas, Miesianas, ni mucho menos de los paradigmas Contemporáneos.

Desde arriba mirar ese hoyo da una perspectiva infinita; porque infinitos son los momentos sin compartir y las cosas que nunca te dije que hoy se proyectan hacia el hoyo que observo desde aquí. Sentada en un nicho bastante alto de otras gentes más acomodadas que tu, cuya tumba al ras del suelo es sencilla, humilde, incomoda, parece prestada, apretujada entre altos nichos. ¡Abuelo que sol! Mi mama esta llorándote mucho, las lagrimas van también rodando al hoyo, ocupando espacio, llenando espacio y sin embargo yo decidí escribirte, y que osadía, ya con el espacio repleto de todas estas cosas nos propusimos meter allí una caja sellada, madera y


Bueno ahora seguimos apretujando cosas en la suerte de hoyo que hicimos abrir para tus restos; y en ese pulso que se libra en la percepción espacial: del espacio sus tres dimensiones, el tiempo, la ley sentenciosa y gravitatoria y el féretro, también caben más cosas, caben la declarada tristeza que aprendimos del lázaro muerto, el silencio de María, los dolores de un adiós inexplicable, las grandes ansias de verte por última vez y escuchar tu voz pausada con ese acento peculiar cuando asumías saberlo todo y decías: “lógico”, cantando tu inteligencia y haciéndonos quedar a todos como tontos ante tu sabiduría casi divina, y ese pre claro sentido común que te dieron los años. Abuelo luego no me culpes eso de creerme especial lo copie de alguien, creo que de ti y mi mama también. Caben también los recuerdos de tu delicada forma de comer. Increíble como excede el programa de áreas en dimensiones cualitativas al espacio cuantitativo, abuelo; ¿sabes qué? También cabe tierra, debajo de ti, a tu derecha a tu izquierda; Tierra mucho más abajo y más tierra encima de ti, ahora y recordando a Serrat citando a Miguel Hernández, quiero morder la tierra con los dientes y escarbar hasta encontrarte porque te vas y no tuvimos ocasión de despedirnos. La tierra, tan fértil, negra e implacable; elemento primario de tu envoltura que fueron paleando con prisa y por paga, no perdono a la tierra ni a la nada; unos hombres harapientos y sucios de excavar, que antes de iniciar ya querían irse, cuanta prisa cabe en el espacio en que no estás y luego también cupo un gran silencio metálico. Mi madre no para de llorar. Qué triste es verla despedirte, sabiendo cuanto se amaban y nunca pudieron estar juntos, tu ser y tus circunstancias, tu amor y el de ella…como en tiempos de cólera de Márquez y esa gran distancia. que destinos los nuestros, cuanta resignación se necesita.
"Tanto dolor se agrupa en mi costado que por doler me duele hasta el aliento"
Miguel Hernández


Juan Alberto Rafael, te pusieron tres nombres, tuviste dos hijos y dos nietas, no volviste a casarte después de mi abuela y le entregaste tu vida al señor, dicen tus vecinos que eras caritativo, que alfabetizabas, que hacías trabajos comunitarios aun a tu edad, 82 años y asistías asiduamente a la iglesia. Que solo salías de tu casa cuando Dios te daba permiso. Ya entiendo de donde saco tanta energía. Recuero que hablabas de las bodas del cordero, que ansiabas ese momento y que orabas para que toda tu descendencia pudiera vivirlo y reencontrase contigo frente a Cristo. Y ahora entiendo abuelo, aun sin quererlo aceptar, que un corazón que se ha encontrado con Cristo no le queda más que esperar eso, que no hay espacio en mi corazón para la duda, para la rabia, para el rencor, para odios, para frustraciones ni para cuestionar, porque ese Señor que tu llamabas Papa llenó mi vida de amor hace tantos años, me saco de lodo y me enseño a caminar con El, que no puedo más que amarle,
bendecirle, darle gracias y aceptar su voluntad porque a El le consagre mi vida, le entregue todo mi ser, te entrego a ti y las circunstancias en que te fuiste, no me corresponde porque no soy digna, ni de mirarle a la cara para cuestionar: por Fe y por respeto al amor que por Dios profesabas solo me queda decir: Padre lo acepto todo, te entrego todo, con tal que tu voluntad se cumpla en mi y en todas tus criaturas…yo te ofrezco mi alma traspasada y te la doy con todo el amor de que soy capaz. Porque deseo darme y ponerme en tus manos sin medidas, con infinita confianza porque tú eres mi Padre. Tú me dijiste que seguirte no era fácil aun así, nada apartara mi corazón de tu amor Señor, ni la tristeza, ni la soledad, ni la carencia, ni la abundancia, ni las humillaciones, ni el poder, ni las traiciones, ni las certezas humanas, la única verdad maestro es que tu mandas y mi corazón está hecho para amarte y seguirte sobre todas estas cosas.
El fuego que consumió tu cuerpo purificó tu alma, es un símbolo que uso Dios en tanta
s ocasiones que viene en mi auxilio la semiótica y me dice, Dios es un Dios de fuego, no es luz fría es luz radiante que quema hasta el interior, Elías invoca ese fuego para demostrar la potestad de Dios, y luego es llevado al cielo en un carro de fuego, así como en el horno de fuego los creyentes no se quemaron sino que alababan a Dios, así como la zarza ardía y no se consumía moisés pudo ver el rostro de Dios, así como Jesús promete bautizarnos con fuego en el espíritu santo de Dios vemos el signo de fuego, para purificar y para bendecir. La humanidad avanza porque conoce el fuego. Abuelo toda la sabiduría de Dios no me basta porque soy imperfecta y no quiero pensar que sufriste, quiero creer que pasaste de un sueño a otro sin sentir nada. Lo admito La semiótica no me sirve de nada.
La razón y el conocimiento no los quiero; ahora solo tengo corazón y alma y con ellos voy hablando preguntado y respondiendo como esa frase de platón. que está en el primer libro de los clásicos que guarda un buen amigo mío
en su oficina y que nunca ha querido regalarme “El dialogo socrático”
que ¿argumentos puede tener un alma traspasada más que silencio? si el dolor nos purifica y lo que no nos mata nos hace fuertes, si la tristeza de quien te sirve luego se convierte en bendición.
Amigo barbudo hoy me salto imprudentemente el paso de hablar con mi amigo, tu Hijo y decido con toda confianza hablarte directo a ti: qué difícil es seguirte, aprender a bajar la cabeza y estar siempre de rodillas, hoy me doblego y me someto a tu absoluta autoridad. Aunque no entiendo todo, tu eres quien sabe, nosotros solo sabemos que nos amas, que amas a abuelo y lo tienes contigo, que permitiste dejarlo inconsciente para que no sintiera dolor mientras su cuerpo se consuma ya tu te habías llevado su espíritu, sigue escuchando sus alabanzas y oraciones porque sé que yo estoy en ellas, no creo que me estés castigando al contrario ahora mis bendiciones serán mayores pues ¡mi ángel te dejara sordo pronto, barbudo! ten paciencia con él, que es bastante insistente y no descansará hasta que me devuelvas mi sonrisa y al ciento por uno lo que me has quitado. Sé consciente me estas quitando los caballeros, me dejaste las manos vacías…algo mejor traerás.
Ahora te explico barbudo omnipotente aquí abajo hay nuevas teorías y la
educación está basada en competencias, no hay exámenes tan largos y en silencio, sino procesos en los que el maestro acompaña el alumno conversando. ¡mira! este
silencio tuyo, me vuelve sorda, actualiza tu plan de estudios, gracias por
dejar al menos la biblia de abuelo, la tomare como libro de texto, pero cambia
tu plan de clases y repiensa tus patrones de evaluación por misericordia,
existen desde siempre y no entendiendo. ¡Mírame! porque a ti levanto mis ojos. Ten
piedad de mí porque en ti espero. Sigue sanando mi mama y no permitas que me
aparte de ti. María me mira, tu hijo me
mira y yo tengo la confianza de llamarte Padre y pedirte que me mires, pusiste
tanta alegría y energía en mí y ahora permites este oleaje, y yo te doy gracias.
Eso significa que me estás haciendo más fuerte. Gracias Porque abuelo pudo
conocer a mi hermana María José, la cargó y la
bendijo, nos quiso mucho y siempre que era una fecha especial lo enviabas a
puerto plata. Porque eras tú que lo enviabas.
Abuelo, espero no ofenderte con mi
monologo en el que he incluido estratégicamente a Dios. Que vida tan sufrida la
tuya abuelo, que humilde tu pasar y que pequeña tu tumba. De esa casita y de la
marginalidad que tanto hablo en mis clases, no hubo quien te sacara, de los
factores de calidad de vida que tanto analizan mis estudiantes como
imprescindibles sin embargo, tu
prescindías de todo y eras feliz. Eso desarticula mucho mi posición ante la
vida y me hace repensar que tal vez estoy equivocada. La felicidad no está en
eso sino es bienes superiores que solo los da Dios. ¿Qué les digo ahora a mis
estudiantes? ¿Con que ánimos les doy opciones a mis clientes? Si cada vez que
piense en una casa pensare en las tuyas: un carro que parte por una polvorienta
avenida, una casita de madera del Simón Bolívar y finalmente una tumba tan
pequeña y humilde. ¿es necesario más que eso?
Por ahora puedo poner en crisis las
responsabilidades de mi profesión, porque la veo lejos de la gente que se me va
sin haberlas necesitado nunca.
Cuanto cariño acumulado abuelo, cuantos desencuentros y cuantos momentos
que no nos toco compartir. ¡Qué tristeza!